La semilla de la riqueza
El maiz (Zea mays) es una planta esbelta, de tallo robusto y erguido, raíz fuertemente anclada y hojas lanceoladas de un hermoso color verde oscuro. Es una planta americana. Desde el «corn belt» estadounidense a la pampa argentina, forma parte de la cultura de este lado del mundo. Ya en la tradición precolombina se decía: «de maíz está hecha la carne de los dioses». Un saco de semilla es suficiente para la siembra de una hectárea, cuyo rendimiento ha alcanzado cotas superiores a los veinte mil kgs., en un extraordinario ejemplo de creación de valor, producto del esfuerzo del ser humano, de su capacidad de ahorro y de la aplicación de la tecnología adecuada a un sencillo grano de cereal. La descripción precedente puede aplicarse, por analogía, a la empresa privada, como instrumento creado por el hombre para la generación de riqueza a través de la creatividad, la productividad, el impulso a la interacción social y la divulgación de prácticas dirigidas a mejorar la calidad de vida de los pueblos. No siempre se ha considerado a la empresa privada como simiente del bienestar social. Al contrario, muchas sociedades y regímenes políticos han pretendido satanizarla. También es cierto que en, muchos lugares, quizá demasiados, no ha sido capaz de cumplir su papel de mejorar las condiciones de vida de sus habitantes, pero abogar por su desaparición es asumir una estrategia destinada a defender un nuevo espejismo histórico. Y quien no aprende las lecciones de la historia está condenado a repetir sus errores.